domingo, 20 de octubre de 2013

OTRAS ESCUELAS NEOPLATÓNICAS

1. La tendencia a multiplicar los miembros de la jerarquía de los seres operó ya en el
neoplatonismo desde sus mismos comienzos, como consecuencia del afán de recalcar
la trascendencia de la divinidad suprema y de excluir a Dios de cualquier contacto con
el mundo sensible. Pero, mientras Plotino había mantenido esta tendencia dentro de
unos límites razonables, Jámblico le dio alas. Así, por encima del Uno plotiniano
afirmó que había aún otro Uno, excedente a toda calificación cualquiera que ésta
fuere y situado más allá del bien1. Tal Uno, que trasciende todos los predicados, o,
mejor dicho, toda afirmación que nosotros 'podamos hacer respecto a Él —exceptuada
la de la unidad—, es por lo tanto superior al Uno de Plotino, que se identifica con el
Bien. Del Uno procede el mundo de las Ideas o de los objetos inteligibles —ὁ κόσμος
νοητός— y de éste, a su vez, el mundo de los seres inteligentes —ὁ κόσμοςνοερός—2,
que consta del Nous, una hipóstasis intermedia y el Demiurgo. Además, no contento
con esta complicación, parece ser que Jámblico establecía algunas distinciones entre
los miembros del κόσμοςνοερός.3 Por debajo del κόσμοςνοερόςse halla el Alma
Supraterrestre, y de esta Alma proceden otras dos. En cuanto a los dioses de la
religión popular y los «héroes», éstos —junto con una multitud de ángeles y
demonios— pertenecen al mundo, y Jámblico trata de organizarlos correlativamente a
los números. Pero, al mismo tiempo que traza este esquema fantástico valiéndose de
la razón especulativa, insiste Jámblico en que tenemos un conocimiento de los dioses
inmediato e innato, que nos es dado junto con nuestro innato impulso psíquico hacia
el Bien.
2. El interés religioso de Jámblico se manifiesta en su doctrina ética. Aceptando la
distinción que hacía Porfirio entre las virtudes políticas, catárticas y paradigmáticas,
introduce él entre las dos últimas las virtudes teoréticas, gracias a las cuales el alma
contempla el Nous como su objeto propio y ve la procesión de los diversos órdenes a
partir del Principio último. Mediante las virtudes paradigmáticas identificase el alma
con el Nous, que es el lugar de las Ideas y el παραδείγμα de todas las cosas.
Finalmente, por encima de estas cuatro clases de virtudes están las virtudes
sacerdotales, con cuyo ejercicio únese el alma extáticamente al Uno. (De ahí que a
estas virtudes las llame también ἑνιαῖαι.) Como para acertar con los medios de
unirnos a Dios debemos atender a la revelación divina, el sacerdote es superior al
filósofo. La purificación de la sensualidad, así como la teúrgia, los milagros y la
adivinación, desempeñan importante papel en el sistema de Jámblico.

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