domingo, 20 de octubre de 2013

EL ESTOICISMO ANTIGUO

1. El fundador de la escuela estoica fue Zenón, que había nacido hacia 336/5 a. J. C.
en Citio (Kition, Chipre), y que murió hacia 264/3 en Atenas. Parece que al principio
se dedicó como su padre al comercio1. A su llegada a Atenas hacia 315/313, leyó las
Memorables de Jenofonte y la Apología de Platón y quedó lleno de admiración por la
firmeza de carácter de Sócrates. Creyendo que el cínico Crates era quien más se
parecía a Sócrates, se hizo discípulo suyo. De los cínicos parece que se pasó a
Estilpón2, aunque se asegura también que fue oyente de Jenócrates y, después de
morir éste, de Polemón. Hacia el 300 a. J. C., fundó Zenón su propia escuela filosófica,
que recibió su nombre del lugar donde enseñaba, la Στοὰ Ποικίλη. Afírmase que se
suicidó. De sus escritos sólo poseemos fragmentos.
Sucedió a Zenón como escolarca Cleantes de Assos (331/30-233/2 o 231), y a éste
Crisipo de Soles, en Cilicia (281/78-208/5), que fue llamado el segundo fundador de la
Escuela a causa de su sistematización de las doctrinas estoicas. Εἰμὴ γὰρ ἦ
Χρύσιππος, οὐκ ἄν ἧν Στόα.3 Dícese que Crisipo escribió más de 705 libros, y se hizo
famoso por su dialéctica, aunque no por su estilo.
Entre los discípulos de Zenón figuraron Aristón de Quíos, Herilo de Cartago, Dionisio
de Heraclea, Persio de Kition. Un discípulo de Cleantes fue Esfero del Bósforo. A
Crisipo le sucedieron dos de sus discípulos, Zenón de Tarso y Diógenes de Seleucia.
Este último pasó a Roma, en 156/5 a. J. C., junto con otros filósofos, como
embajadores de Atenas para tratar de conseguir la exención del tributo. Estos
filósofos dieron en Roma lecciones que causaron admiración a los jóvenes de la ciudad,
pese a los avisos de Catón de que tales intereses filosóficos no estaban en consonancia
con las virtudes militares y a su propuesta en el Senado para que se despachara y
despidiera lo más pronto posible a aquellos embajadores4. A Diógenes le sucedió
Antípatro de Tarso.
2. La lógica de la Estoa. — Los estoicos dividieron la lógica en dialéctica y retórica,
partes a las que algunos añadieron la teoría de las definiciones y la teoría de los
criterios de la verdad5. Diremos aquí algo de la epistemología estoica, omitiendo su
exposición de la lógica formal, aunque no sin advertir que redujeron las diez
categorías de Aristóteles a cuatro, a saber: el substrato (τὸ ὑποκείμενον), la
constitución esencial (τὸ ποιόνo τὸποιόνὑποκείμενον), la constitución accidental (τὸ
πῶς ἔχον o τὸπῶς ἔχον ποιὸν ὑποκείμενον) y la constitución accidental relativa (τὸ
πρός τι πῶς ἔχον, τὸ πρός τι πῶς ἔχον ποιὸν ὑροκείμενον). También podemos
mencionar otro rasgo, característico de la lógica formal de la Estoa: las proposiciones
se consideran simples si sus términos son no-proposiciones; de lo contrario, se
consideran compuestas. La proposición compuesta «si X, entonces Y» (τὸ συνημμένον)
se dice que es: 1) verdadera, si X e Y son ambas verdaderas; 2) falsa, si X es verdadera
pero Y falsa; 3) verdadera, si X es falsa e Y verdadera; 4) verdadera, si X e Y son las
dos falsas. Así, nuestra implicación «material» es separada de nuestra implicación
«formal», de nuestra implicación «estricta» y de la implicación por necesidad
ontológica.6
Los estoicos rechazaban no sólo la doctrina platónica del universal trascendente, sino
también la doctrina del universal concreto. Nada más existen los individuos, y
nuestro conocimiento es un conocimiento de objetos particulares. Estos objetos
particulares producen una impresión en el alma (τύπωσις—Zenón y Cleantes— o
ἑτεροίωσις—Crisipo), y el conocimiento es, ante todo, noticia de esta impresión.
Adoptaron, por consiguiente, los estoicos la posición contraria a la de Platón, pues
mientras éste menospreciaba la percepción sensible, ellos basaban en la misma todo
conocimiento. Hacían eco, sin duda, a las palabras de Antístenes cuando decía que él
veía un caballo, pero no veía la «caballidad». (Zenón, como hemos apuntado más
arriba, llegó a ser discípulo de Crates el Cínico.) El alma humana es, originariamente,
una tabula rasa, y, para que conozca algo, es necesaria la percepción. Los estoicos no
negaban, claro está, que tenemos un conocimiento de nuestras actividades y de
nuestros estados de ánimo, pero Crisipo reducía este mismo conocimiento a la
percepción, lo cual no le era muy difícil, ya que consideraba tales actividades y
estados de ánimo como procesos meramente materiales. Tras la percepción, cuando el
objeto real no está ya ahí, queda una memoria, un recuerdo (μνήμη), y la experiencia
proviene de una pluralidad de recuerdos similares (ἐμπειρία).
Los estoicos fueron, por lo tanto, empiristas, e incluso «sensistas»; pero mantenían
también un racionalismo que apenas se compaginaba con una posición enteramente
empirista y nominalista. Pues, aunque afirmasen que la razón (λόγος, νοῦς) es el
producto de un desarrollo, ya que va creciendo a partir de las percepciones y
únicamente acaba de formarse del todo hacia los catorce años de edad, sostenían
también que no sólo existen ideas generales formadas deliberadamente, sino además
algunas ideas generales (κοιναὶἔννοιαι o προλήφεις) que, al parecer, anteceden a la
experiencia (ἔμφυτοι προλήφεις), en cuanto que tenemos una predisposición natural a
formarlas... para el caso, «ideas innatas», como las podríamos llamar. Y lo que es más:
según ellos, sólo por medio de la razón se puede conocer el sistema de la realidad.
Los estoicos dedicaron bastante atención al problema del criterio de la verdad.
Mantuvieron que este criterio era la φαντασία καταληπτική, la percepción
comprehensiva o representación. Así pues, el criterio de la verdad consiste en la
percepción misma en cuanto que ésta fuerza al asentimiento del animo, es decir, a fin
de cuentas consiste en la percepción clara. (Esto se compadece muy poco con su
opinión de que sola la ciencia nos proporciona un conocimiento cierto de la realidad.)
Surge, empero, la dificultad de que el espíritu puede rehusar su asenso a lo que
objetivamente sea una percepción verdadera. Así, cuando la difunta Alcestes se le
aparece, viniendo del otro mundo, a su marido Admeto, éste tiene de ella una
percepción clara y, sin embargo, no da su asentimiento a tal percepción clara por
interponerse algunos obstáculos subjetivos, a saber, la convicción de que los muertos
no resucitan y de que pueden darse engañosas apariciones de difuntos. Saliendo al
paso a esta clase de objeciones, los últimos estoicos, según nos informa Sexto
Empírico, añadieron al citado criterio de verdad la coletilla: «que no tenga
obstáculos». Objetivamente, la percepción de la difunta Alcestes vale como criterio de
verdad —puesto que es objetivamente una καταληπτική φαντασία—; pero,
subjetivamente, no puede actuar como tal, debido a que se interpone aquella
convicción como obstáculo subjetivo7. Todo esto está muy bien, pero sigue en pie aún
la dificultad de determinar cuándo hay ese obstáculo y cuándo no lo hay.
3. La cosmología de la Estoa. — En su cosmología los estoicos repitieron la doctrina de
Heráclito de que el Logos y el Fuego son la sustancia del mundo; pero tomaron
también otros elementos de Platón y de Aristóteles. Así, los λόγοι σπερματικοί,
parecen ser una transposición de la teoría de las Ideas al plano material.
Según los estoicos, en la realidad hay dos principios: τὸ ποιοῦν y τὸ πάοχον. Mas esto
no es un dualismo tal como el que hallamos en Platón, ya que el principio activo, τὸ
ποιοῦν, no es espiritual sino material. De hecho, apenas es un dualismo, pues ambos
principios son materiales y forman los dos juntos un único Todo. La doctrina
cosmológica del estoicismo es, por consiguiente, un monismo materialista, aunque sus
representantes no siempre la mantuvieron con coherencia. No se sabe a punto fijo
cuál fue la opinión de Zenón, pero Cleantes y Crisipo diríase que consideraron los dos
factores como, en definitiva, uno solo.

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