domingo, 20 de octubre de 2013

NOTA SOBRE LA ESCUELA PERIPATÉTICA DURANTE LA ÉPOCA HELENÍSTICO-ROMANA

1. Estratón de Lámpsaco, ὁ φυσικός, sucedió a Teofrasto en la dirección de la escuela
peripatética en Atenas, cargo que ocupó poco más o menos desde el 287 hasta el 269 a.
J. C. Sus enseñanzas filosóficas acusan la influencia de Demócrito, que le indujo a
aceptar una visión monista del universo. El mundo consta de partículas entre las que
hay espacio vacío. Pero estas partículas son divisibles hasta el infinito y poseen, al
parecer, cualidades, ya que Estratón supone la existencia de unas características
últimas o cualidades, en concreto el calor y el frío. El mundo se formó por la necesidad
de las leyes naturales; por consiguiente, sólo puede atribuirse a Dios su creación en la
medida en que a Dios se le ha de identificar con las fuerzas inconscientes de la
naturaleza misma. Así, aunque Estratón no sigue a Demócrito en todos los detalles, la
inspiración de su monismo materialista y su negación del dualismo aristotélico se
deben al influjo de la filosofía democrítea. Esta transformación que experimenta el
sistema peripatético en manos de Estratón está en armonía con el especial interés de
este último por la ciencia física, interés que le valió el título de ὁ φυσικός. Parece que
le influyeron también la medicina, la astronomía y la mecánica de la época
alejandrina.
A los ojos de Estratón, todas las actividades físicas, tales como el pensamiento y los
sentimientos, son reducibles al movimiento, y el motor que las produce es un alma
racional que está situada en el entrecejo. Por objetos del pensamiento sólo podemos,
tener aquellos que han sido causa de una impresión sensible antecedente11 y,
viceversa, toda percepción implica actividad intelectual12. Esto podría parecer a
primera vista simple repetición de la epistemología aristotélica, pero es más probable
que Estratón lo dijera en un sentido tal que implicaba la negación de que en el
hombre se dé un principio racional esencialmente distinto del alma animal. Su
negación de la inmortalidad era, pues, una conclusión lógica, ya que, si todo
pensamiento depende en esencia de los sentidos, es inconcebible que un principio del
pensamiento sobreviva independientemente del cuerpo.
2. Bajo los sucesores de Estratón —Licón de Tróade, Aristón de Quíos, Critolao de
Faselis, Diodoro de Tiro y Erimneo—, la escuela peripatética no parece que aportase
ninguna contribución importante a la filosofía. Por lo demás, predominó en ella una
tendencia ecléctica. Así, aunque Critolao defendía la doctrina aristotélica de la
eternidad del mundo, contra los estoicos, sin embargo, no tuvo empacho en admitir la
reducción estoica de Dios y del alma humana a la materia (al éter) y adoptó respecto
al placer la actitud de los cínicos.
3. Con Andrónico de Rodas, la Escuela tomó un nuevo rumbo. Andrónico fue el décimo
escolarca en Atenas (desde Aristóteles), y ocupó el puesto aproximadamente desde el
año 70 hasta el 50 a. J. C. Publicó las obras «pedagógicas» de Aristóteles, investigó
sobre su autenticidad, y comentó muchas de ellas, prestando atención preferente a las
de lógica. La serie de los comentaristas culminó en Alejandro de Afrodisia, que enseñó
filosofía peripatética en Atenas entre los años 198 y 211 d. J. C. Alejandro fue el más
célebre de los comentadores de Aristóteles, pero no dudó en apartarse de las
enseñanzas del Estagirita. Por ejemplo, en cuanto a los universales adoptó una
posición nominalista, y negó la teleología antropocéntrica. Además identificó el νοῦς
ποιητικός con τὸ πρῶτον αἴτιον. El hombre, al nacer, sólo posee el νοῦς φυσικόςo
ὑλικός, y posteriormente adquiere el νοῦς ἐπίκτητοςbajo la influencia del νοῦς
ποιητικός. Una consecuencia de esto es la negación de la inmortalidad del alma.
Aunque al negar la inmortalidad del alma humana Alejandro está probablemente de
acuerdo con Aristóteles, hay que admitir que tal negación se sigue mucho más
evidentemente de la doctrina de Alejandro que de las observaciones un tanto
ambiguas del Estagirita.
4. Mención aparte merece la elocuente defensa que del estudio de la lógica hace
Alejandro al comentar los Primeros Analíticos. Declara allí que la lógica no es menos
digna de atención y de estudio por ser instrumento de la filosofía que si fuese una
parte real de la misma. Porque, si el mayor bien para el hombre es llegar a
asemejarse a Dios, y si esta semejanza se consigue por la contemplación y el
conocimiento de la verdad, y si el conocimiento de la verdad se logra mediante la
demostración, resulta entonces que de la demostración deberíamos tener altísimo
concepto y estima. Lo mismo se diga del razonamiento silogístico, por cuanto la
demostración no es más que una forma de él.13
A la vez que esta tendencia erudita, se desarrolló la tendencia al eclecticismo. Así, el
famoso médico Galeno (129-c. 199 d. J. C.) y Aristocles de Mesene (c. 180 d. J. C.) se
inclinaron al estoicismo con su doctrina del Nous inmanente y activo que invade toda
la naturaleza.
5. Los peripatéticos del último período apenas pueden llamarse tales: la Escuela fue
absorbida del todo por el neoplatonismo, gran esfuerzo final de la filosofía griega, y,
por ende, los últimos peripatéticos o se contentaron con comentar las obras de
Aristóteles o se hicieron eclécticos. Así, Anatolio de Alejandría, que llegó a ser obispo
de Laodicea hacia el 268 d. J. C. y puede ser identificado con el Anatolio que fue
maestro de Jámblico14, combinó, en su tratado sobre los números del uno al diez, la
consideración de las propiedades reales de los números con la mística pitagórica.
Temistio (c. 320-390 d. J. C.), que enseñó en Constantinopla y en otras ciudades del
Oriente y nunca se convirtió al cristianismo, afirmaba en verdad que había escogido a
Aristóteles como guía hacia la sabiduría, y comentó y parafraseó algunas obras del
Estagirita, pero fue muy influido también por el platonismo. Con el último
platonismo, definía él la filosofía como ὁμοίωσιςθεοῦκατὰτὸουνατὸνἀνθρώπῳ(cfr.
Platón, Teeteto, 176 b).

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