domingo, 20 de octubre de 2013

LA ESCUELA DE MEGARA

Euclides de Megara (a quien no hay que confundir con el matemático) parece que fue
uno de los primeros discípulos de Sócrates, puesto que —si la historia es verídica—
siguió a su maestro a pesar de la prohibición (de 432-431) de entrar en Atenas,
impuesta a los ciudadanos de Megara, y penetró en la Ciudad al amparo de las
sombras del crepúsculo y disfrazado de mujer2. Asistió, en 400-399, a la muerte de
Sócrates, después de la cual Platón y los otros socráticos se refugiaron con Euclides en
Megara.
Parece ser que Euclides se había familiarizado primero con la doctrina de los eléatas,
y que luego, influido por la ética socrática, modificó aquella doctrina hasta el punto de
concebir el Uno como el Bien. Consideraba asimismo la virtud como una unidad.
Según Diógenes Laercio, Euclides afirmaba que al Uno se le dan muchos nombres, e
identificaba el Uno con Dios y con la razón3. Negaba, naturalmente, la existencia de
un principio contrario al Bien, pues tal principio sería multiplicidad y ésta es ilusoria
en opinión de los eleáticos. Puede decirse que permaneció fiel a la tradición eleática,
pesar de lo que le influyó Sócrates
La filosofía megárica, especialmente por influjo de Eubúlides, se desarrolló en forma
de una erística que excogitó varios argumentos ingeniosos, destinados a refutar tesis
mediante la reducción al absurdo. Por ejemplo, la famosa dificultad: «Un grano de
trigo no hace montón; añade otro grano y todavía no tendrás montón: ¿cuándo
empieza a haber montón de trigo?», se argüía para demostrar que la pluralidad es
imposible, igual que Zenón quiso demostrar la imposibilidad del movimiento. Otro
problema «insoluble» es aquel que algunos autores atribuyen a Diodoro Cronos,
megárico también: «Lo que no has perdido lo tienes aún; no has perdido cuernos,
luego tienes aún cuernos.» Y otros más: «Electra conoce a su hermano Orestes. Pero
Electra no conoce a Orestes (que está delante de ella disfrazado). Por lo tanto, Electra
no conoce lo que Electra conoce.»4
El ya citado filósofo de la escuela megárica, Diodoro Cronos, identificaba lo real con lo
posible: sólo lo real es posible. Argumentaba así: Lo posible no puede convertirse en
imposible. Ahora bien, si de dos cosas contradictorias una se realiza de hecho, la otra
es imposible. Por consiguiente, si antes hubiese sido posible, lo imposible procedería
de lo posible. Por consiguiente, antes no fue posible, y sólo lo real es posible.
(Aclarémoslo con un ejemplo: «El mundo existe» y «el mundo no existe» son dos
proposiciones contradictorias. Ahora bien, el mundo existe realmente. Por tanto, es
imposible que el mundo no exista. Pero si hubiese sido alguna vez posible que el
mundo no existiese, resultaría que una posibilidad se habría convertido en una
imposibilidad. Pero esto no puede ser. En consecuencia, nunca fue posible que el
mundo no existiese.) Esta proposición ha sido repetida recientemente por Nicolai
Hartmann, el profesor berlinés que ha identificado lo real con lo posible al decir que lo
que acontece en realidad depende de la totalidad de las condiciones dadas, y que —
dadas esas condiciones— no podría haber acontecido ninguna otra cosa.5
Un destacado seguidor de la Escuela fue Estilpón de Megara, quien enseñó en Atenas
hacia el 320, pero luego fue expulsado, se dedicó sobre todo a las cuestiones éticas,
desarrollando el punto de la autosuficiencia en una teoría sobre la «apatía». Cuando
se le preguntó qué había perdido él en el saqueo de Megara contestó que a nadie
había visto llevarse la sabiduría ni los conocimientos6. Zenón el estoico fue discípulo
de Estilpón.

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