domingo, 20 de octubre de 2013

VIDA DE PLATÓN

Platón, uno de los más grandes filósofos que ha habido en el mundo, nació en Atenas
(o en Egina), muy probablemente el año 428-427 a. J. C., en el seno de una
distinguida familia ateniense. Su padre se llamaba Aristón, y su madre Perictione era
Hermana de Cármides y sobrina de Critias, dos personajes que figuraron entre los
oligarcas en 404-403. Es fama que originariamente se le llamó Aristocles y que sólo
después se le dio el nombre de Platón, aludiendo a sus robustas espaldas1, si bien la
autenticidad de esta noticia, dada por Diógenes Laercio, es dudosa. Sus dos
hermanos, Adimanto y Glaucón, aparecen en la República, y tenía también una
hermana llamada Potone. Muerto Aristón, Perictione se casó con Pirilampo, y el hijo
de este segundo matrimonio, Antifón (medio hermano de Platón), aparece en el
Parménides. Sin duda alguna, Platón se educó en casa de su padrastro, y aunque era
de ascendencia aristocrática y su crianza se verificase en un ambiente aristocrático,
se ha de tener presente que Pirilampo era amigo de Pericles, por lo que Platón debió
de ser formado en las tradiciones del régimen de Pericles. (Pericles murió en 429-428.)
Varios autores han señalado que la ulterior animosidad de Platón contra la
democracia no es probable que se debiera únicamente a su educación, sino que en ello
hubo de influirle Sócrates y, más todavía, el trato que éste recibió de la democracia.
Por otra parte, tampoco es inverosímil que la desconfianza de Platón para con la
democracia proviniese de una época muy anterior a la de la muerte de Sócrates.
Durante la última fase de la guerra del Peloponesio (y es probabilísimo que Platón
combatiera en las Arginusas, en 406), no pudo menos de advertir el hecho de que la
democracia carecía de un caudillo verdaderamente responsable y capaz, y que sus
dirigentes se veían obstaculizados a cada paso por la necesidad de complacer a la
masa del pueblo. La decisión de Platón de abstenerse definitivamente de tomar parte
en la política de Atenas data sin duda del inicuo proceso y de la condena de su
Maestro; pero la formulación de sus convicciones sobre que el navío del Estado
necesita un piloto firme que lo guíe y que este piloto debe ser un hombre conocedor de
la ruta que ha de seguirse y pronto a actuar conscientemente según tal conocimiento,
es lo más probable que se fuera gestando ya en él durante los años del declinar del
poderío ateniense.
Según noticias que nos transmite Diógenes Laercio, Platón «se dedicó al estudio de la
pintura, y escribió poemas, primeramente ditirámbicos y después líricos, y
tragedias»2. Hasta qué punto fuese esto cierto, nos es imposible decirlo; pero Platón
vivió en la época del mayor florecimiento de la cultura ateniense y debió de recibir
una educación refinada. Aristóteles nos dice que Platón se relacionó en su juventudcon Crátilo, el filósofo heraclitiano3. De él habría aprendido Platón que el mundo de la
percepción sensible es un mundo en movimiento, en perpetuo fluir, y que, por ende, no
hay objeto alguno susceptible de conocimiento verdadero y cierto. Que el conocimiento
cierto y verdadero es asequible en el plano de lo conceptual lo habría aprendido de
Sócrates, con quien debió de trabar relaciones desde la primera juventud. Diógenes
Laercio afirma, ciertamente, que Platón «se hizo discípulo de Sócrates» cuando tenía
ya 20 años de edad4, pero como Cármides, el tío de Platón, empezó a relacionarse con
Sócrates en el año 431,5 nuestro filósofo debió de conocer, al menos, a Sócrates antes
de llegar a los 20 años. De todos modos, no tenemos razón alguna para suponer que
Platón se hiciese «discípulo» de Sócrates en el sentido de que se dedicara de lleno y
declaradamente a la filosofía, puesto que él mismo nos dice que en un principio trató
de embarcarse en la carrera política, como era natural tratándose de un joven de su
alcurnia6. Los parientes que tenía entre los oligarcas que gobernaban en 404-403
urgíanle para que se introdujera en la vida política bajo su protección; pero, cuando la
oligarquía empezó a practicar una política de violencias y trató de complicar a
Sócrates en sus crímenes, Platón se disgustó con sus parientes. Mas los demócratas
no eran mejores, y ellos fueron quienes condenaron a muerte a Sócrates, por lo que
Platón abandonó el propósito de dedicarse a seguir la carrera política.
Platón asistió al proceso de Sócrates y fue uno de los amigos que urgieron a éste para
que aumentara a treinta minas su proposición inicial de que se le multase en una
mina, para lo cual se ofreció él, Platón, a salir garante7; en cambio, no estuvo presente
a la muerte de su amigo, pues se lo impidió una enfermedad8. Muerto Sócrates, Platón
se retiró a Megara, donde fue acogido por el filósofo Euclides, pero según todas las
probabilidades volvió en seguida a Atenas. Refieren sus biógrafos que viajó por
Cirene, por Italia y por Egipto, pero no se sabe con certeza qué habría de verdad en
tales historias. Por ejemplo, Platón mismo nada dice de una visita a Egipto. Quizá su
conocimiento de las matemáticas egipcias y hasta de los juegos de los niños de aquel
país sea indicio de que estuvo verdaderamente en él; por otro lado, la historia del
viaje podría haberse inventado como colofón de lo que Platón dijo acerca de los
egipcios. Algunas de estas historias son, en parte, evidentemente legendarias; así, por
ejemplo, las que le dan por compañero de viaje a Eurípides, aunque el poeta murió en
406. Esto nos hace más bien escépticos respecto a los relatos de sus viajes en general;
pero, así y todo, no podemos decir con certeza que Platón no visitó Egipto: tal vez lo
visitara. Si en verdad lo hizo, hubo de ser hacia el año 395, y regresaría a Atenas al
comienzo de las guerras corintias. Ritter cree muy probable que Platón formara parte
del ejército ateniense durante los primeros años de aquellas guerras (395 y 394).
Lo que sí es cierto es que Platón estuvo en Italia y en Sicilia cuando tenía ya 40 años9.
Posiblemente querría visitar a algunos miembros de la escuela pitagórica y conversar
con ellos: sea como fuere, trabó amistad con Arquitas, el docto pitagórico. (Según
Diógenes Laercio, Platón emprendió aquel viaje para conocer Sicilia y ver susvolcanes.) Fue invitado Platón a vivir en la corte de Dionisio I, tirano de Siracusa,
donde se hizo amigo de Dión, el cuñado del tirano. La tradición prosigue diciendo que
la franqueza de Platón excitó la cólera de Dionisio, quien le entregó a la custodia de
Polis, un embajador de los lacedemonios, para que éste le vendiese como esclavo. Polis
vendió a Platón en Egina (a la sazón enemiga de Atenas), y nuestro filósofo estuvo a
punto de perder hasta la vida; pero, por fortuna, un hombre de Cirene, un tal
Aníceris, lo rescató y lo envió libre a Atenas10. Resulta difícil apreciar la veracidad de
esta historia, pues Platón nada dice al respecto en sus Cartas; si en realidad sucedió
(Ritter la acepta como verdadera) debió de acontecer en el año 388 a. J. C.
De regreso a Atenas, parece que Platón fundó la Academia (388-387), cerca del
santuario dedicado al héroe Academo. A la Academia se la puede llamar con razón la
primera universidad europea, pues los estudios que en ella se seguían no se limitaban
a los filosóficos propiamente dichos, sino que abarcaban gran cantidad de ciencias
auxiliares, tales como las matemáticas, la astronomía y las ciencias físicas; los
miembros de la escuela se reunían en el culto común a las Musas. A la Academia
venían jóvenes no sólo de Atenas, sino también de otras ciudades; y un homenaje al
espíritu científico que en la Academia reinaba, así como una prueba de que no fue
simplemente una sociedad filosófica y mistérica», puede verse en el hecho de que el
célebre matemático Eudoxo se pasó, con toda su escuela, a la Academia,
trasladándose desde Cízico. Vale la pena también insistir en este espíritu científico de
la Academia, porque aunque es muy cierto que Platón trataba de formar políticos y
gobernantes, su método no consistía simplemente en enseñar cosas que pudieran
tener aplicación práctica e inmediata, por ejemplo la retórica (como lo hacía Isócrates
en su escuela), sino en fomentar el amor desinteresado a la ciencia. El programa de
los estudios culminaba en el de la filosofía, pero incluía como materias preliminares
las matemáticas y la astronomía, y seguramente la armonía, todo lo cual evidencia un
espíritu desinteresado y no meramente utilitario. Platón estaba convencido de que el
mejor entrenamiento para la vida pública no consiste en las prácticas puramente
«sofísticas», sino más bien en la prosecución de la ciencia por sí misma. Las
matemáticas, aparte por supuesto su importancia para la filosofía de las Ideas
platónicas, ofrecían un campo abierto al estudio desinteresado, y habían alcanzado ya
un alto nivel de desarrollo entre los griegos. (En los estudios de la Academia parece
que se incluían también las investigaciones biológicas, por ejemplo las de botánica,
hechas en relación con los problemas de las clasificaciones lógicas.) El político así
formado no será un oportunista a merced de las ocasiones, sino que actuará
firmemente y sin miedos, de acuerdo con convicciones fundadas en verdades eternas e
inmutables. Dicho de otro modo: Platón trataba de formar hombres de Estado y no
demagogos

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