domingo, 20 de octubre de 2013

LA LÓGICA DE ARISTÓTELES

l. Aunque Aristóteles no divide siempre de un mismo modo la filosofía1, puede decirse
que su división predilecta es la siguiente2:
l.) La filosofía teorética3, cuya finalidad es alcanzar el conocimiento en cuanto tal y no
un objetivo práctico, se divide en a) física o filosofía natural, que estudia las cosas
materiales móviles; b) matemática, que estudia las inmóviles pero no separadas (de la
materia); c) metafísica, que estudia las realidades separadas de la materia
(trascendentes) e inmóviles. (La metafísica incluiría, por tanto, lo que nosotros
llamamos teología natural.)4
2.) La filosofía práctica (πρακτική) se ocupa principalmente de la ciencia política, pero
tiene como disciplinas anejas la estrategia, la economía y la retórica, puesto que los
fines a que estas disciplinas se ordenan son subsidiarios y dependientes del de la
ciencia política.5
3.) La filosofía poética (ποιητική) versa sobre la producción, y no sobre la acción en sí
misma, que es el objeto de la filosofía práctica (en el que se incluye la acción ética en
su sentido más amplio o político): es, por todos sus aspectos y finalidades, la teoría del
arte.6
2. La lógica aristotélica recibe a menudo el calificativo de «formal». En la medida en
que es un análisis de las formas del pensamiento (de ahí el término «analítica»),
resulta apropiada esa caracterización; pero sería gravemente erróneo suponer que
para Aristóteles la lógica se ocupase tan exclusivamente de las formas del
pensamiento humano que no tuviera conexión ninguna con la realidad exterior a la
mente. De hecho, trata él sobre todo de las formas aptas de la demostración, y afirma
que la conclusión de una prueba científica proporciona un conocimiento cierto de la
realidad. Así, en el silogismo «Todos los hombres son mortales; Sócrates es hombre;
luego Sócrates es mortal», no sólo se da el hecho de que la conclusión está deducida
correctamente según las leyes de la lógica: Aristóteles afirma que la conclusión se
verifica en la realidad. Presupone, por lo tanto, una teoría realista del conocimiento,
y, para él, aun siendo la lógica un análisis de las formas del pensamiento, es análisis
de un pensamiento que piensa la realidad, que la reproduce conceptualmente en el
intelecto del hombre y que, en el juicio verdadero, hace afirmaciones acerca de la
realidad que se verifican en el mundo exterior. Es un análisis del pensamiento
humano en su captación de la realidad, aunque Aristóteles admite sin duda alguna
que las cosas no existen siempre en la realidad extramental precisamente como son
concebidas por la mente del hombre; por ejemplo, en el caso de los universales.
Se verá esto muy claro en su doctrina de las categorías. Desde el punto de vista lógico,
las categorías abarcan todas las maneras que tenemos de pensar las cosas —
verbigracia, predicando cualidades de las substancias—, pero, al mismo tiempo, son
también los modos como existen en realidad las cosas: éstas son substancias y poseen,
de hecho, accidentes. Así, pues, las categorías exigen que se las trate no sólo lógica,
sino además metafísicamente. No debe compararse, por tanto, la lógica de Aristóteles
con la de Kant, puesto que no se propone aislar unas formas a priori del pensamiento
que sean aportación de sola la mente en su proceso activo del conocer. Aristóteles no
da lugar a que se plantee el «problema crítico»: presupone una epistemología realista
y afirma que las categorías del pensamiento, las que expresamos mediante el
lenguaje, son también categorías objetivas de la realidad extramental.
3. En las Categorías y en los Tópicos se fija en diez el número de las categorías o
predicamentos: οὐσία o τί ἐστι(hombre, caballo); πόσόν (tres metros de largo); ποιόν
(blanco); πρός τί, (doble que...); ποῦ(en el mercado); πότε (el año pasado): κεῖσθαι
(yace, está de pie, está sentado); ἔχειν (armado, con sandalias); ποιεῖν (corta);
πάσχειν (es cortado, o quemado...). En cambio, en los Analíticos posteriores, su
número es ocho: el κεῖσθαιo situs y el ἔχειν o habitus se engloban en otras
categorías7. No es verosímil, pues, que Aristóteles considerase definitiva su deducción
de las categorías. Sin embargo, tampoco hay motivo para suponer que tuviese la lista
de las categorías por una enumeración casual, carente de consistencia sistemática. Al
contrario, la lista de las categorías constituye una estructura metódicamente
ensamblada, una clasificación de conceptos, una tipificación de las nociones básicas de
nuestro conocimiento científico. La palabra κατηγορεῖνquiere decir «atribuir», y en
los Tópicos considera Aristóteles las categorías como una clasificación de predicados:
las maneras de pensar el ser en cuanto realizado. Por ejemplo, pensamos un objeto, o
bien como una substancia o bien como una determinación de alguna substancia, como
cayendo bajo una de las nueve categorías que expresan las maneras de pensar en la
substancia en cuanto determinada. En las Categorías, Aristóteles considera éstas más
bien como la clasificación de los géneros, las especies y los individuos, descendiendo
desde los summa genera hasta las entidades individuales. Si examinamos nuestros
conceptos, las maneras como nos representamos mentalmente las cosas, hallaremos
que tenemos conceptos, por ejemplo, de «cuerpos orgánicos», de «animales» (género
subordinado), de «carnero» (una especie animal); pero los cuerpos orgánicos, los
animales y el carnero están incluidos en la categoría de substancia. De igual modo,
podemos concebir el color en general, el azul en general y el azul de cobalto en
particular; pero el color, el azul y el azul de cobalto se incluyen todos ellos en la
categoría de la cualidad.
Mas las categorías no son, para Aristóteles, simples modos de representación mental,
meros moldes de conceptos, sino que corresponden a los modos del ser tal como se da
éste en la realidad del mundo extramental, y constituyen así el puente entre la lógica
y la metafísica (siendo el objeto principal de esta última ciencia la substancia)8.
Tienen, pues, las categorías un aspecto ontológico, así como tienen un aspecto lógico, y
donde más claramente aparece su disposición ordenada y estructural es, tal vez, en el
ontológico. Para que el ser exista, ha de existir la substancia: ésta es, como si
dijéramos, el punto de partida. Fuera de la mente sólo existen, de hecho, realidades
singulares, concretas, y para que lo singular exista de este modo,
independientemente, ha de ser una substancia. Pero no puede existir sin más como
substancia: forzoso es que tenga formas accidentales. Por ejemplo, un cisne no puede
existir sin ser de algún color, y no puede ser de algún color como no tenga cantidad,
extensión. Henos aquí ya con las tres primeras categorías —substancia, cantidad y
cualidad—, que son determinaciones intrínsecas del objeto. Ahora bien, el cisne es
idéntico en su naturaleza específica a los demás cisnes, y en cuanto al tamaño es igual
o desigual a otras substancias; dicho de otro modo: está en alguna relación con otros
objetos. Es más, el cisne, como substancia física, ha de existir en un lugar y en un
tiempo determinados, y ha de estar en alguna postura. Añádase, en fin, que las
substancias materiales, como quiera que pertenecen a un sistema cósmico, accionan y
son accionadas. Resulta, por lo tanto, que algunas de las categorías afectan al objeto
considerado en sí, como determinaciones intrínsecas del mismo, mientras que otras le
pertenecen sólo como determinaciones extrínsecas, afectándolo únicamente en cuanto
que está en relación con otros objetos materiales. Se comprenderá, pues, que aunque
el número de las categorías pudiera reducirse, englobando algunas de ellas en otras,
no obstante, el principio por el que se las deduce no es en modo alguno un principio
elegido al azar.


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