lunes, 21 de octubre de 2013

Empédocles (495-455 a. C.)

La solución que propuso Empédocles al problema de la physis fue conciliadora
y pluralista. Pluralista porque, como sustrato último de todas las
cosas, propuso cuatro elementos. Conciliadora porque afirmaba que, en
la realidad, se daban tanto el ser inmutable de Parménides como el cambio
constante de Heráclito. Lo primero se encuentra en cada uno de los
cuatro elementos; lo segundo se produce cuando los cuatro elementos se
mezclan de diferentes maneras mediante la acción del odio y del amor.
A los cuatro elementos, que son el aire, el agua, la tierra y el fuego,
Empédocles los llamó “raíces de todas las cosas”, indicando así que de
ellos provienen todos los objetos. Empédocles aclaró que el hecho
de que los objetos provengan de los cuatro elementos, no quiere decir que
éstos se transformen, sino que solamente se mezclan en diversas proporciones.
No puede haber transformación de los elementos porque el ser
de cada uno es inmutable y eterno.
La causa que impulsa la aparición y desaparición de todos los seres,
mediante la mezcla de los elementos, es la acción de dos fuerzas: el amor
y el odio. Cada una va teniendo predominio sobre la otra, de acuerdo con
el ciclo natural del cosmos. Cada ciclo cósmico tiene cuatro estadios:
En un primer estadio hay dominio del amor y, por esta razón, todas
las cosas estaban mezcladas formando un todo unitario.
El segundo estadio es de transición, porque se inicia la intervención de
la discordia y las cosas se empiezan a separar.
En el tercer estadio hay dominio del odio y, como consecuencia, los
elementos se separan totalmente formando cuatro masas homogéneas.
El cuarto estadio también es de transición. El amor regresa y empiezan
a aparecer nuevas formas sensibles a medida que los elementos se van
mezclando.
Leamos ahora algunos fragmentos del Poema de la naturaleza de Empédocles.
6. Aprende primero las cuatro raíces de todas las cosas: Zeus que brilla,
Hera que da vida, Hedoneo y Nestis cuyas lágrimas son una fuente de
vida para los mortales.
8. Y yo te diré otra cosa. No hay nacimiento de las cosas que perecen, ni
cesación para ellas de la funesta muerte, sino sólo mezcla e intercambio
de lo que ha sido mezclado. La sustancia es un nombre dado a
estas cosas por los hombres.
16. Pues así como ellos (Odio y Amor) fueron antes, así también serán
después; y nunca, según me parece, estará el tiempo ilimitado privado
de este par.
17. Estas cosas no cesan nunca de cambiar de lugar, reuniéndose todas en
un momento dado por efecto del Amor y llevadas en otro momento
en dirección opuesta por la repulsión del Odio.
En cierto momento el uno nace de lo múltiple; en otro se separa de él y el
uno se convierte en lo múltiple —Fuego, Agua, Tierra y el Aire poderoso en
altura—; el Odio funesto de igual peso, separado de ellos y alrededor; el Amor
en medio, igual en longitud y anchura.

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