domingo, 20 de octubre de 2013

LAS BELLAS ARTES EN GENERAL

l. La moral se ocupa de la conducta misma (πράττειν), el arte se ocupa, en cambio, no
de la actividad misma, sino de producir algo. Mas el arte en general (τέχνη) se
subdivide9 en:
a) El arte que trata de completar la obra de la naturaleza, p. ej., fabricando utensilios,
ya que la naturaleza únicamente le ha dado al hombre sus manos.
b) El arte que trata de imitar a la naturaleza. En éste entran las Bellas Artes, cuya
esencia Aristóteles y Platón quieren que consista en la imitación. Dicho de otro modo:
en el arte se crea un mundo imaginario que es imitación del mundo real.
2. Pero la «imitación» no tiene, para Aristóteles, el matiz más bien despreciativo que
tenía para Platón. No creyendo en las Ideas trascendentales, Aristóteles no tenía por
qué considerar el arte como la copia de otra copia, en el tercer grado de
distanciamiento de la verdad. De hecho, Aristóteles se inclina a pensar que el artista
va más bien a buscar en las cosas el elemento ideal o universal, y lo traduce por medio
del arte de que se trate. Dice10 que la tragedia representa a sus personajes como
mejores que «los hombres de hoy», y la comedia como peores. Para el Estagirita, los
héroes de Homero son mejores que nosotros. (Recuérdese que Homero quedaba
bastante malparado en manos de Platón.)
3. La imitación, insiste Aristóteles, le es natural al hombre, y por eso también le es
natural el deleitarse en obras de imitación. Indica que nos puede gustar ver
representaciones artísticas de cosas que, en la realidad, nos es penoso ver11 (cfr. Kant,
en el pasaje que citábamos en nota hace un momento). Pero la explicación de este
hecho parece hallarla en el placer puramente intelectual que produce el advertir, por
ejemplo, que el hombre pintado en determinado cuadro es alguien a quien
reconocemos, por ejemplo Sócrates. Este placer del reconocimiento es, sin duda, real,
pero no nos sirve de mucho para construir una teoría del arte: de hecho, carece de
interés.
4. Aristóteles afirma explícitamente que la poesía «es algo más filosófico y de mayor
importancia que la historia, porque sus proposiciones pertenecen más bien a la
naturaleza de los universales, mientras que las de la historia son singulares»12. Y
explica entonces que por proposición singular entiende, p. ej., lo que Alcibíades hizo o
lo que se le hizo, y por proposición universal lo que tal o cual clase de hombre dirá o
hará probable o necesariamente. El cometido del poeta consiste, por lo tanto, en
«describir, no la cosa que ha sucedido, sino una clase de cosa que podría suceder, es
decir, que es posible como probable o necesaria». Aquí es donde Aristóteles ve la
distinción entre el poeta y el historiador, y no en que el uno escribe en verso y el otro
en prosa. Como dice: «podríais poner en verso la obra de Heródoto y seguiría siendo
todavía una especie de la historia».
Según esta teoría, el artista se ocupa, pues, sobre todo de los tipos afines a lo
universal e ideal. Un historiador puede escribir la vida de Napoleón relatando lo que
el Napoleón histórico dijo, realizó y sufrió; en cambio, el poeta, aunque llamase
Napoleón al héroe de su poema, retrataría más bien la verdad o la «probabilidad»
universal. La fidelidad a los hechos históricos tiene en poesía una importancia
secundaria. Cierto que el poeta puede sacar su tema de la historia verdadera, pero si
lo que describe entra —en términos de Aristóteles— dentro del «orden probable y
posible de las cosas», no por eso es menos poeta. Aristóteles dice, incluso, que le es
mucho mejor al poeta describir lo probable pero imposible que no lo posible pero
improbable. Lo cual es sólo una manera de recalcar el carácter universal de la poesía.
5. Nótese que Aristóteles dice que las proposiciones de la poesía pertenecen más bien
a la naturaleza de los universales. En otras palabras, la poesía no se ocupa de los
universales abstractos, no es filosofía. En consecuencia, Aristóteles censura la poesía
didáctica, pues ofrecer un sistema filosófico en verso es escribir filosofía versificada y
no crear poesía.
6. En la Poética limítase Aristóteles a considerar la poesía épica, la tragedia y la
comedia, deteniéndose especialmente en la tragedia; pero la pintura, la escultura y la
música sólo las menciona incidentalmente, como cuando nos dice13 que el pintor
Polignoto pintaba a sus personajes «mejores que lo que somos nosotros». Pausón los
pintaba peores, y Dionisio «exactamente iguales que nosotros». Pero lo que se le ofrece
decir a propósito de las demás artes tiene importancia para su teoría de la imitación
Así, para Aristóteles, la música (de la que trata más o menos como de un
acompañamiento del drama) es la más imitativa de todas las artes. El arte pictórico
no hace sino indicar las modalidades mentales o morales a través de factores
externos, tales como el gesto o la complexión, mientras que los tonos musicales
contienen en sí mismos las imitaciones de las modalidades morales. Y en los
Problemas14 pregunta: «¿Por qué lo que se oye aparte de los objetos sensibles tiene
fuerza emotiva?» Al parecer, Aristóteles pensaba aquí en el efecto directamente
estimulante de la música, lo cual, aunque es un hecho innegable, apenas puede
decirse que pertenezca a la estética; sin embargo, la teoría de que la música es la más
imitativa de las artes parece dar tal extensión al concepto de imitación que incluiría
en él el simbolismo y daría paso a la idea romántica de que la música es una
corporeización directa de las emociones espirituales. (Aristóteles observa en la Poética
que «el ritmo solo, sin armonía, es el medio que emplea el danzante en sus
pantomimas o imitaciones; pues con sólo el ritmo de sus actitudes puede representar
los caracteres de las personas, así como lo que hacen y lo que sufren».)15
7. En la Política16 observa Aristóteles que el dibujo es útil para educar a los
adolescentes, para adquirir «un juicio más atinado de las obras de los artistas», y
sostiene también17 que «la música tiene un poder formativo del carácter y debería por
ello introducirse en la educación dé los jóvenes». Cualquiera podría pensar, por tanto,
que el interés de Aristóteles en las Bellas Artes es principalmente educativo y moral;
pero como advierte Bosanquet, «el introducir un interés estético en la educación no es
lo mismo que el introducir intereses educativos en la estética»18. Aristóteles
consideraba ciertamente que la música y el drama tenían entre sus cometidos el de la
educación moral; mas no se sigue por fuerza que quien reconozca tal cometido haya de
hacer del efecto moral de un arte una característica de su esencia.
Aunque Aristóteles se detiene a examinar el aspecto moral y educativo del arte, ello
no quiere decir que fuese ciego en lo relativo a su naturaleza o a sus efectos
recreadores19. Si al atribuir a la música y al drama una función recreativa, se hubiese
referido nada más al placer sensible o al disfrute de la fantasía, esto habría carecido
de interés para la estética; pero una recreación más alta bien podía significar algo
más.

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