domingo, 20 de octubre de 2013

LA ESCUELA DE ATENAS

En la escuela neoplatónica ateniense se estudiaron con gran interés los escritos de
Aristóteles tanto como los de Platón, interés que se manifiesta en el comentario al De
anima compuesto por Plutarco de Atenas, hijo de Nestorio y escolarca en Atenas
(muerto en 431/2 d. J. C.), así como en los comentarios a la Metafísica redactados por
Siriano (muerto c. 430), que sucedió a Plutarco en la dirección de la Escuela. Pero
Siriano no creía que Platón y Aristóteles concordaran: al contrario, no sólo hacía del
estudio de Aristóteles mera preparación para el estudio de Platón sino que, en su
comentario a la Metafísica, defendió la teoría de las Ideas platónicas contra los
ataques del Estagirita, reconociendo claramente las diferencias entre los dos filósofos
en este punto. Mas ello no le impidió el tratar de poner de acuerdo a Platón con los
pitagóricos, los órficos y la literatura «caldaica». Sucedióle Domnino, sirio de origen
judío, que escribió sobre matemáticas.
Mucho más importante, con todo, que cualquiera de los que acabamos de citar es el
famoso Proclo (410-485), que nació en Constantinopla y fue escolarca en Atenas
durante muchos años. Era hombre de infatigable actividad, y aunque muchas de sus
obras se han perdido, poseemos aún sus comentarios al Timeo, a la República, al
Parménides, al Alcibíades 1 y al Crátilo, además de sus escritos titulados Στοιχείωσις
Θεολογική, Ἐὶς τὴν Πλατωνος Θεολογίαν y el De decem dubitationibus circa
providentiam, el De providentia et fato et co quod in nobis y el De malorum
subsistentia, estas tres últimas obras conservadas en la traducción latina de
Guillermo de Moerbeke. Bien informado de las filosofías de Platón y Aristóteles y de
las de sus predecesores neoplatónicos, Proclo combinó este saber con un gran interés
por toda especie de creencias, supersticiones y prácticas religiosas, creyendo incluso
que recibía revelaciones y que era él mismo una reencarnación del neopitagórico
Nicómaco. Contaba, pues, con un inmenso acervo de conocimientos, e intentó
amalgamarlos en un sistema esmeradamente construido, tarea que le fue facilísima
porque era hábil dialéctico. Esto le valió la reputación de ser el mayor escolástico de
la Antigüedad, en el sentido de que supo sacar partido de su destreza dialéctica y de
su genio para sistematizar sutilmente las doctrinas que había recibido de otros.5
El tema o motivo predominante en la sistematización dialéctica de Proclo es el del
desenvolvimiento triádico. Este principio fue utilizado ya por Jámblico, pero Proclo se
sirvió de él con notable sutileza dialéctica y lo convirtió en el principio capital de la
procesión de los seres a partir del Uno, es decir, de la emanación de los órdenes del
ser desde la Ἀρχήmás alta hasta el más ínfimo de sus grados. El efecto o el ser que
procede es, en parte, semejante a la causa o fuente de la que dimana, y, en parte,
desemejante. En cuanto que el ser que procede se asemeja a su origen, considérasele
como idéntico en cierto grado a su principio, ya que solamente en virtud de la
autocomunicación de éste se opera la procesión. Por otro lado, puesto que hay una
procesión, ha de haber algo en el ser que procede que no sea idéntico al principio del
que procede, sino distinto de él. Tenemos, por tanto, para empezar, dos momentos de
desarrollo: el primero empuja a permanecer en el principio (μονή), en virtud de la
parcial identidad con él; el segundo, a diferenciarse del principio, en virtud de la
procesión externa (πρόοδος). En todo ser que procede hay, no obstante, una tendencia
natural hacia el Bien, y, en virtud del carácter estrictamente jerárquico del
desenvolvimiento de los seres, esta tendencia natural al Bien equivale a un retorno
hacia la fuente inmediata de la emanación por parte del ser que emana o procede.
Proclo distingue así tres momentos del desarrollo: 1) μονή o permanencia en el
principio; 2) πρόοδοςo salida del principio, y 3) ἐπιστροφἠo vuelta hacia el principio.
Este desenvolvimiento triádico o en tres momentos o fases domina a lo largo de toda
la serie de las emanaciones.

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