domingo, 20 de octubre de 2013

LA ESCUELA DE ALEJANDRÍA


1. La escuela neoplatónica alejandrina fue un centro de investigaciones en el campo
de las ciencias especiales y de comentarios a las obras de Platón y Aristóteles. Así,
Hipatía (famosa principalmente porque en 415 d. J. C. fue asesinada por un grupo de
cristianos fanáticos) escribió sobre cuestiones matemáticas y astronómicas y se dice
que daba lecciones explicando a Platón y Aristóteles, mientras que Asclepiodoto de
Alejandría (en la segunda mitad del s. 5), que residió luego en Afrodisia, en la Caria,
estudió ciencias y medicina, matemáticas y música. Amonio, Juan Filopono,
Olimpiodoro y otros varios fueron comentaristas de Platón y Aristóteles. En los
comentarios de esta Escuela se atendía especialmente a las obras lógicas de
Aristóteles, y en general puede decirse que predominaba la moderación y el deseo de
dar con la interpretación más natural. El interés metafísico y el religioso tienden a
disminuir y pasan a segundo plano, abandonándose la multiplicación de los seres
intermediarios, tan característica en las obras de Jámblico y Proclo, y concediéndose
escasa atención a la doctrina del éxtasis. Hasta el piadoso Asclepiodoto, que era
discípulo de Proclo y mostraba alguna inclinación al misticismo, evitó el entrar por las
complicadas y altas sendas especulativas de su maestro.
2. Rasgo característico del neoplatonismo alejandrino es su relación con el
cristianismo y con los pensadores de la célebre escuela catequética. A resultas del
abandono de las extravagancias especulativas de Jámblico y de Proclo, la escuela
neoplatónica de Alejandría fue perdiendo gradualmente su carácter específicamente
pagano y pasó a ser más bien una institución filosóficamente «neutra»: la lógica y la
ciencia eran sin duda campos en los que el paganismo y el cristianismo podían hallar
más de un terreno común. Esta creciente asociación de la Escuela con el cristianismo
hizo posible la continuidad del pensamiento helénico en Constantinopla. (Esteban de
Alejandría emigró a Constantinopla y explicó allí Platón y Aristóteles en la
universidad durante la primera mitad del s. vil, durante el reinado del emperador
Heraclio, es decir, un siglo después de que Justiniano cerrara la Escuela de Atenas.)
Un ejemplo de la estrecha relación que hubo entre los neoplatónicos y los cristianos en
Alejandría nos lo proporciona la vida de Sinesio de Cirene, discípulo de Hipatía que
llegó a ser obispo de Ptolemaida en 411. Otro ejemplo notable fue la conversión de
Juan Filopono al cristianismo. Una vez convertido, escribió un libro contra la
concepción de Proclo acerca de la eternidad del mundo, y defendió su propio punto de
vista apelando al Timeo de Platón, obra que interpretaba como si se sostuviese en ella
la creación en el tiempo. Filopono afirmó también que Platón debía su saber al
Pentateuco. Cabe citar igualmente a Nemesio, obispo de Emesa en Fenicia, que fue
influido por la escuela alejandrina.
3. Pero si el neoplatonismo influyó profundamente en los pensadores cristianos de
Alejandría, no menor verdad es que estos pensadores influyeron a su vez en el
neoplatonismo pagano. Puede verse esto en el caso de Hierocles de Alejandría, que
enseñó en esta ciudad desde el año 420 poco más o menos. Hierocles se muestra más
afín a la posición del platonismo medio que a la del neoplatonismo de sus
predecesores, pues, menospreciando la jerarquización plotiniana de los seres, que
había sido tan exagerada por Jámblico y por Proclo, admite tan sólo un único ser
supraterrestre, el Demiurgo. Pero lo más notable es que Hierocles afirma la creación
voluntaria a partir de la nada por el Demiurgo14. Rechaza, en efecto, la creación en el
tiempo, pero esto no va contra la probabilidad verdaderamente muy grande de que le
influyera el cristianismo, sobre todo por cuanto que el Hado o la Ἁιμαρμένηsignifica,
para Hierocles, no un determinismo mecanicista, sino la atribución de algunos
resultados a las acciones libres del hombre. Así, la oración de petición y la Ἁιμαρμένη
providencial no se excluyen mutuamente15, y la doctrina de la necesidad o del Hado es
mejor armonizada, por una parte, con la concepción cristiana de la libertad humana,
y, por otra, con la Providencia divina.

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