domingo, 20 de octubre de 2013

NOTA SOBRE APOLONIO DE TIANA

El rétor Filóstrato compuso una «vida» de Apolonio a petición de Julia Domna,
segunda esposa de Septimio Severo. Escribió el libro hacia el 200 d. J. C. Filóstrato
refiere allí que las Memorias de Apolonio recogidas por su discípulo Damis, asirio de
nación, le fueron entregadas a Julia Domna por un pariente de Damis; pero todo esto
es, probablemente, mera invención literaria7. Haya lo que hubiere, el motivo que
impulsó a Filóstrato a escribir esta «vida» parece que fue el deseo de presentar a
Apolonio como a un sabio, un verdadero servidor de los dioses y hacedor de
maravillas, en vez del mago o conspirador descrito por Merágenes en sus Memorabilia
sobre Apolonio8.8 Hay indicios de que Filóstrato conoció y utilizó los Evangelios, los
Hechos de los Apóstoles y las Vidas de los santos, pero es inseguro el grado en que
pretendiera conscientemente sustituir el ideal del Cristo cristiano por un «Cristo
helenístico»: los parecidos se han exagerado mucho. Tan oscura como la intención de
Filóstrato sigue siendo la base de veracidad en que fundamentó su relato: es
prácticamente imposible decir con exactitud qué clase de hombre fue el Apolonio
histórico y real.
La obra de Filóstrato tuvo un éxito enorme y fue parte para que se rindiera culto a
Apolonio. Así, Caracalla edificó un santuario al gran taumaturgo9, mientras que,
Alejandro Severo le incluyó en su Lararium junto a los dioses penates, a Abrahán,
Orfeo y Cristo10. Aureliano perdonó a la ciudad de Tiana, cuya destrucción había
decretado, en cuanto recordó que era el lugar natal de Apolonio11. Eunapio le honra en
sus Vidas de los sofistas12, y Amiano Marcelino, compañero del emperador Juliano,
cita a Apolonio al lado de Plotino como a uno de los privilegiados mortales que
tuvieron la fortuna de ser visitados por los familiares genii.13
Cualquiera que fuese la intención del mismo Filóstrato al componer su obra, lo cierto
es que los apologistas del paganismo se sirvieron mucho de la figura de Apolonio en
su lucha a muerte contra el cristianismo. Así, Hierocles, gobernador del Bajo Egipto
en tiempos de Diocleciano y feroz enemigo de los cristianos, intentó quitar
importancia a los milagros de Jesucristo citando los prodigios de Apolonio y trató de
demostrar la superioridad de la sabiduría pagana, que, a pesar de los milagros de
Apolonio, no había elevado a éste al rango de Dios.14
Porfirio utilizó a Apolonio, citando sus milagros y contraponiendo su valeroso desa¬fío
a Domiciano a las humillaciones de Cristo en su Pasión15. San Agustín testimonia
esta especie de explotación apologética de Apolonio por parte de los paganos.16
Hacia finales del s. 4, Virio Nicómaco Flaviano, un pagano, tradujo al latín el libro de
Filóstrato, que fue pulido después por el gramático Tascio Victorino. Al parecer,
despertó cierto interés en los círculos cristianos, pues Sidonio Apolinar lo leyó y habla
también de Apolonio con gran deferencia.1

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