viernes, 18 de octubre de 2013

SÓCRATES

Murió Sócrates en 399 a. J. C., y como Platón nos dice que tenía entonces su maestro
70 años o alguno más, debió de nacer por el 470 a. J. C.1 Fueron sus padres Sofronisco
y Fenaretes, de la tribu antióquida y del demo de Alópeke. Se ha dicho que su padre
se dedicaba a labrar piedra2, pero A. E. Taylor opina, con Burnet, que tal historia es
un equívoco originado porque en el Eutifrón se alude humorísticamente a Dédalo
como antepasado de Sócrates3. Sea de esto lo que fuere, no parece que Sócrates
siguiera el oficio de su padre, y el grupo de las Gracias que había en la Acrópolis,
mostrado posteriormente como obra de Sócrates, ha sido atribuido por los arqueólogos
a un escultor de época más antigua4. Lo cierto es que Sócrates tuvo que pertenecer a
una familia no muy pobre, pues luego le encontramos sirviendo en el ejército en
calidad de hoplita, armado de pies a cabeza, y para poder prestar tal servicio hubo de
heredar, sin duda, un patrimonio suficiente. A Fenaretes, su madre, descríbesela en el
Teeteto5 como comadrona, pero, aunque lo fuese, no quiere esto decir, seguramente,
que fuera una obstetriz o partera profesional en el sentido moderno, según indica
Taylor6.
Los primeros años de la vida de Sócrates coincidieron, pues, con los del florecimiento
de Atenas en todo su esplendor. Los persas habían sido derrotados en Platea (479) y
Esquilo había dado al público Los persas (472); Sófocles y Eurípides eran todavía
adolescentes7. Atenas había puesto ya los fundamentos de su imperio marítimo.
En el Banquete de Platón, describe Alcibíades a Sócrates como algo parecido a un
sátiro o a Sileno8, y Aristófanes decía de él que se pavoneaba como una gallineta, y
ridiculizaba su costumbre de girar los ojos en todas direcciones9. Pero sabemos que
poseía también una robustez notable y una gran capacidad de resistencia. Llevaba
virilmente el mismo vestido tanto en invierno como en verano, y persistió en su
costumbre de caminar con los pies desnudos durante una campaña invernal. Aunque
era muy sobrio, podía beber mucho sin llegar a sentirse mal. Desde joven venía
recibiendo mensajes prohibitorios o advertencias de una misteriosa «voz», «señal» o
daimon. En el Banquete se nos refieren sus prolongadas distracciones, una de las
cuales duró todo un día con su noche —y esto en plena campaña militar—. Taylor se
inclina a interpretar estas distracciones como éxtasis o raptos, pero más bien parece
que se trataba de largas abstracciones debidas a su intensa concentración mental
sobre algunos problemas, fenómeno que no es raro en otros pensadores, aunque no
alcance proporciones tan grandes. La misma duración del éxtasis mencionado en el
Banquete parece probar que no fue un auténtico rapto en el sentido místicoreligioso10,
si bien, tan prolongado acceso de abstracción debió de ser excepcional.
Cuando Sócrates andaba por sus veinte años, las corrientes del pensamiento tendían,
según hemos visto, a desviarse de las especulaciones cosmológicas de los jonios y se
orientaban hacia el hombre mismo, pero parece cierto que Sócrates comenzó
estudiando las teorías cosmológicas orientales y occidentales en las filosofías de
Arquelao, de Diógenes de Apolonia, de Empédocles y de otros. Afirma Teofrasto que
Sócrates fue miembro de la escuela de Arquelao, el sucesor de Anaxágoras en
Atenas.11 En todo caso, a Sócrates le decepcionó ciertamente Anaxágoras. Confundido
ante el desacuerdo entre las diferentes teorías filosóficas, Sócrates recibió de pronto
una gran luz al leer el pasaje en el que Anaxágoras hablaba de la Inteligencia como
causa de la ley y del orden naturales. Entusiasmado con aquel texto, Sócrates empezó
a estudiar a Anaxágoras, esperando que éste le explicaría cómo opera la Inteligencia,
el Espíritu en el universo ordenando todas las cosas para lo mejor. Lo que de hecho
halló fue que Anaxágoras introducía aquella Mente tan sólo con miras a proporcionar
un punto de partida al movimiento en torbellino. Este desengaño decidió a Sócrates a
seguir sus propios caminos indagatorios: abandonó el estudio de la filosofía natural,
que al parecer no conducía a ninguna parte, como no fuese a la confusión entre las
opiniones contradictorias12
A. E. Taylor conjetura que, a la muerte de Arquelao, fue Sócrates su sucesor para
todos los efectos13. Trata de basar esta hipótesis en la pieza de Aristófanes titulada
Las nubes, donde Sócrates y sus asociados de «la fábrica de ideas» o Φροντιστήριον
son presentados como adictos de las ciencias naturales y mantenedores de la doctrina
del aire enseñada por Diógenes de Apolonia14. Así, pues, la negativa de Sócrates
acerca de que él hubiese aceptado nunca tener «discípulos»15 querría decir, si la
suposición de Taylor es acertada, que nunca tuvo discípulos de pago. Había tenido
ἑταῖροι, pero nunca μαθηταί. En contra de esto cabe argüir lo que Sócrates declara
explícitamente en la Apología: «Mas la verdad simple es, oh atenienses, que yo nada
tengo que ver con las especulaciones de los físicos.»16 Cierto que para la época en que
Sócrates hablaba, en la Apología, hacía ya mucho tiempo que había dejado las
especulaciones cosmológicas, y que las palabras citadas no implican necesariamente
que nunca se hubiese ocupado en tales especulaciones; en efecto, sabemos que lo hizo;
pero al autor de estas líneas le parece que todo el pasaje en cuestión no es sino unaprotesta contra la suposición de que Sócrates hubiese dirigido alguna vez una escuela
dedicada a tal clase de especulaciones. Lo que en la Apología se dice no prueba
ciertamente, con rigor, que Sócrates, antes de su «conversión», no hubiese dirigido
una escuela así, pero la interpretación obvia parece ser, más bien, que nunca tuvo tal
posición

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